una mirada repleta de sensibilidad y dirigida a la formación del recuerdo.
Entre el sueño y la vigilia, una madre y su hijo comparten recuerdos favoritos. El dulzor de las bayas recogidas en un pícnic con el padre, aquella caída en bicicleta sobre un montón de heno, el olor de la lámpara de aceite del abuelo durante una tormenta.
Ahora solo están ellos dos, y el escenario de los recuerdos queda muy lejos. Pasado y futuro se desdibujan para dejar paso al momento más preciado: el presente. Ese que puede convertirse en el mejor recuerdo cuando el olvido se entrelaza con la esperanza de aquello que queda por vivir.
Sydney Smith juega con las luces y las sombras en sus ilustraciones, tan inolvidables como los recuerdos de infancia, y que invitan al lector a reflexionar sobre la melancolía y la memoria.